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El hombre es un ser temporal, pero participa de la eternidad y escons¬tantemente educado por ella. Los discursos reunidos en estevolumen me¬ditan sobre alguna
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El hombre es un ser temporal, pero participa de la eternidad y escons¬tantemente educado por ella. Los discursos reunidos en estevolumen me¬ditan sobre algunas de las principales enseñanzas que loeterno ûo sea, el bienû imparte al hombre. Estas enseñanzas han de ser creídas, pues lo eterno no se deja atrapar en las redes delentendimiento humano. Dicho con la maravillosa imagen empleada aquípor Kierkegaard: «El bien enseña al que se esfuerza, le ayuda, perosólo como lo hace la madre amorosa cuando enseña al niño a andar solo: la madre está a una distancia tal que en realidad no puede cogerlo,pero tan pronto como este se tamba¬lea, ella se inclina rápidamentecomo si lo fuera a agarrar. Y así el niño avanza solo: apoyándose enlos brazos que sin embargo no lo sostienen, sin apenas sospechar queen ese preciso instante está mos¬trando que puede prescindir deella... ya que ahora el niño anda solo».