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«Anthia contuvo la respiración. Estaba nerviosa. El parto de su amigaDorema se complicabaà». Así comienza el relato, en el que acompañamosa esta mujer de
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«Anthia contuvo la respiración. Estaba nerviosa. El parto de su amigaDorema se complicabaà». Así comienza el relato, en el que acompañamosa esta mujer de clase baja por las callejuelas y plazas, baños ymercados de la capital de la provincia romana de Asia. Ser mujer, aligual que niño, anciano o esclavo, era una profesión de alto riesgo.Las malas condiciones laborales, el hacinamiento en las casas, ladeficiente higiene y la alimentación precaria complicaban de tal modola vida que solo las divinidades aparecían como asideros para laesperanza. En la ciudad de Éfeso, cuya envidiada prosperidad teníacomo pilares el lucrativo templo de Artemisa, los negocios quepropiciaba su puerto y la protección de Roma, nada hacía suponer queel sereno discurrir de sus días iba a verse alterado por un nuevogrupo venido de Oriente.