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La vida es en sí una inmensa paradoja. Por eso no estamos libres de contradicciones, y este libro seguramente recoja unas cuantas entre sus humildes conclusion
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La vida es en sí una inmensa paradoja. Por eso no estamos libres de contradicciones, y este libro seguramente recoja unas cuantas entre sus humildes conclusiones. Pero cada una de ellas nace de la honestidad a partir de la experiencia inigualable de poder mirar a los ojos a quien sufre, a quien lucha, a quien sueña. Otra condición imprescindible para conocer de verdad la realidad del otro: mirar, palpar, oler, compartir la comida y las lágrimas.En la época de los mayores avances científicos y tecnológicos, que antes solo creímos que pertenecieran a la ciencia-ficción, no podemos permitirnos el lujo de creer que es imposible acabar con la pobreza, desterrar el analfabetismo o impedir que un solo ser humano en el mundo muera de hambre. Sí, muchos nos llamarán utópicos de forma despectiva por decir esto, pero, ¡ay de aquellos que lo sientan como un insulto! Porque como también dijo Galeano: «Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos».