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?Leer a san Juan de Ávila en su lengua original, en castellano delsiglo XVI, es un placer añadido, que acompaña al sabor y la sabiduríaque tienen sus escrit
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?Leer a san Juan de Ávila en su lengua original, en castellano delsiglo XVI, es un placer añadido, que acompaña al sabor y la sabiduríaque tienen sus escritos. Pero para acercar tales escritos a laspersonas de hoy, y sobre todo a los jóvenes de hoy, ese lenguajeconstituye una barrera a veces difícil de superar.Por eso, me parece muy acertada la iniciativa de D. Pablo CerveraBarranco, sacerdote diocesano, de poner en castellano de nuestros días este tesoro de doctrina que se encierra en los escritos de san Juande Ávila. Es como si ante un tesoro escondido nos dieran las pautas yla clave para rastrearlo y encontrarlo en todo su frescor yoriginalidad (Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba, Prólogo).El mismo san Juan de Ávila, en el prólogo de su libro, señala que toma las palabras del salmo 44 (45, versículo 11): ?Oye, hija? (?Escuchahija?), para dar título a este libro (?Audi filia?). En él encontramos lo esencial de la doctrina espiritual del santo. El libro trata, ensus propias palabras, de los lenguajes del mundo, del demonio y de lacarne, así como de los remedios contra ellos, de la verdadera fecatólica, l