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Pensar y vivir el presbiterado como misterio y paradoja ayuda acomprenderlo con esperanzado realismo en las circunstancias cambiantes de la Iglesia, la cultura
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Pensar y vivir el presbiterado como misterio y paradoja ayuda acomprenderlo con esperanzado realismo en las circunstancias cambiantes de la Iglesia, la cultura y el mundo de hoy. Así, el presbítero esllamado a alcanzar su verdadera altura desde la humildad, porque sóloquien reconoce la desproporción entre su persona y su misión logra ser imagen, representación y transparencia de Cristo Pastor. Para ellonecesita la confianza que aporta el Espíritu, el único capaz deequilibrar las polaridades del ministerio e integrar en la persona del llamado los rasgos, el estilo y los sentimientos de Cristo Jesús.Desde esta experiencia de gracia acogida y vivida es posible ladisponibilidad para mantener una conversión continua y vivir laexistencia apostólica con otros, en fidelidad, entrega y alegría.