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Dios ha hablado a su pueblo y le ha comunicado su salvación por medio de signos visibles cuya máxima y total expresión es el mismo Cristo Jesús, la Palabra
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Dios ha hablado a su pueblo y le ha comunicado su salvación por medio de signos visibles cuya máxima y total expresión es el mismo Cristo Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, el signo por antonomasia. Pero Dios continúa hoy hablando y actuando por medio de aquellos signos en los que está presente y actúa por el poder del Espíritu, los signos litúrgicos. Por tanto, ocuparse de la liturgia no significa hablar de ceremonias, espectáculo, folclore, hermosas tradiciones, costumbres sociales, obligaciones rituales, sino de vida cristiana, de evangelización. La liturgia expresa visiblemente la misión misma de toda la Iglesia: poner a los hombres en contacto con Dios. Además es el lugar, el acontecimiento, donde el cristiano nace, crece, se forma y se alimenta. Este libro ofrece algunos apuntes sobre el lenguaje simbólico de la liturgia: actitudes, acciones, objetos, vestiduras y espacios. Por su contenido y su lenguaje accesibles, así como por la urgencia de profundizar en la reforma litúrgica, ofrece a todos los cristianos una ayuda para un mejor conocimiento de los elementos celebrativos. Se destina a todos, pero especialmente a cuantos quieren colaborar en la misión de la Iglesia en este tiempo de enormes redescubrimientos y de profunda renovación.