Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
¿Y si todo lo que creemos sobre la imaginación infantil fuera un mito Andrew Shtulman desafía la noción romántica de que la creatividad florece en la infan
info
¿Y si todo lo que creemos sobre la imaginación infantil fuera un mito Andrew Shtulman desafía la noción romántica de que la creatividad florece en la infancia para luego marchitarse en la adultez. En esta reveladora exploración, Shtulman presenta evidencia contundente de que la verdadera imaginación no es un don innato que se deteriora, sino una facultad que se fortalece con la experiencia y el aprendizaje. La investigación en desarrollo cognitivo revela una sorprendente verdad: los niños pequeños están fundamentalmente orientados a la imitación, no a la innovación. Sus juegos «imaginativos» suelen reproducir escenarios cotidianos más que crear mundos verdaderamente originales. Esta limitación no representa un fracaso, sino una etapa necesaria. Es precisamente el conocimiento acumulado sobre la realidad lo que constituye el fundamento para imaginar alternativas. Aprender a imaginar nos invita a reconsiderar nuestra relación con la creatividad a cualquier edad. A través de ejemplos de mentes brillantes en diversos campos, Shtulman demuestra que el antídoto para la imaginación estancada no es desaprender,