Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Corren tiempos complicados para la educación. La celeridad de una sociedad cambiante, los nuevos avances en tecnologías, el alocado ritmo de vida de los adult
info
Corren tiempos complicados para la educación. La celeridad de una sociedad cambiante, los nuevos avances en tecnologías, el alocado ritmo de vida de los adultos, entre muchas otras cosas, están provocando que dejemos de lado uno de los pilares primordiales de cualquier sociedad que se aprecie: la educación. Nuevos tecnicismos como la neuroeducación o el ciberbulling han llegado a los hogares para quedarse y, con ellos, una amalgama de estrategias y condicionantes que influyen en la nueva educación. Términos como «escucha activa», «cortisol» o «secuestro de la amígdala» están a la orden del día, conceptos que se desconocían hace relativamente poco y que han cambiado la manera de enseñar, de educar. Ante tal magnitud de cambios, se requiere de una alianza educativa entre padres y docentes que permita conocer los nuevos mecanismos educativos. No obstante, es un proceso complicado, delimitado por el acelerado ritmo de vida de los progenitores y el desconocimiento sobre cómo abordar estas nuevas problemáticas su parte. Además, dicho proceso se ve determinado por la «injusta» función que se les ha atribuido a much