Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Se afirma que la meditación cristiana, si se apoya en la recitación de un mantra, produce frutos de paz, serenidad, silencio de la mente, comunión con Dios.
info
Se afirma que la meditación cristiana, si se apoya en la recitación de un mantra, produce frutos de paz, serenidad, silencio de la mente, comunión con Dios. Tienes en tus manos, a modo de letanías, pequeñas frases escuchadas interiormente durante momentos de meditación, especialmente en relación con las condiciones que facilitan la oración. Las diversas frases se agrupan en un posible itinerario de intimidad orante. El desierto, lugar de la Palabra; el silencio, posibilidad para escuchar la Palabra con el oído del corazón; el perdón, necesario para sentir la reconciliación que pacifica el alma, y desde él, tener el atrevimiento de perdonar; la soledad sonora y anchísima, soledad inmensa y habitada que deja experimentar la pobreza y la fragilidad, y suscita la súplica humilde, hasta llegar a identificarse más estrechamente con Jesucristo, quien nos revela el amor de Dios, amor entrañable, de amistad, comunitario, manifestado en la entrega total de Jesús, hasta el extremo de dar la vida, que nos deja disponibles y más aptos para que el Espíritu Santo, amor de Dios, nos habite y suscite en cada uno la forma de