Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Hace cinco años comencé a utilizar mi página de Facebook para publicar cada domingo un comentario del Evangelio. He querido recopilar estoscomentarios en un
info
Hace cinco años comencé a utilizar mi página de Facebook para publicar cada domingo un comentario del Evangelio. He querido recopilar estoscomentarios en un libro por cada ciclo del año litúrgico, junto altexto del evangelio que sirve de fuente de inspiración. Con lapublicación de este tercer volumen, en el que se recogen loscomentarios correspondientes a los evangelios del Ciclo A, completo la labor iniciada con los dos ciclos anteriores.De entre todas las lectoras de estos comentarios, había una muyespecial que esperaba cada domingo a que le llegara mi mensaje aprimera hora de la mañana, para iniciar así el día del Señor. Ella fue quien educó la mirada con la que contemplo la vida y ella con sutestimonio de serenidad y confianza en Dios, me ha enseñado la lección más importante que una madre puede dar a su hijo: me ha enseñado amorir.Esa es la vida que creo que estamos llamados a contemplar, desde elsilencio, para dejar que las vivencias reposen en el corazón y generen un aprendizaje que podemos compartir con los demás.