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uando nos acercamos al dolor de otra persona observamos cómo la desesperanza anida en su corazón y hace temblar todo su ser. Ayudar, sostener al otro en su do
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uando nos acercamos al dolor de otra persona observamos cómo la desesperanza anida en su corazón y hace temblar todo su ser. Ayudar, sostener al otro en su dolor, en su herida, es proporcionarle esperanza. Es acompañar y sostener su malestar.
¿Cómo podemos hacerlo sin caer en la arrogancia del que se cree libre de sus propias heridas? Al acercarnos a las heridas del otro desde el rol de sanador, habremos de reconocer y saber de nuestras propias heridas. Ello implica un viaje interior al encuentro de nuestro dolor, sobre todo aquello escondido en las sombras de nuestro desamor, en aras de activar nuestro sanador herido.
Más aún, cuando tenemos que hacer frente a la muerte, bien acompañando al moribundo a transitar la aceptación de su finitud, bien a la familia, favoreciendo el duelo ante la pérdida, ¿cómo conseguirlo sin haber hecho frente a nuestra propia muerte? ¿A la muerte que anida tras nuestra heridas no reconocidas?
Este libro es una invitación a reflexionar sobre este morir intimo a través del conocimiento que nos proporcionan la mitología y la antropología, en un viaje que nos lleve del inframundo a la esperanza.