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«Con más de sesenta y cinco años a mis espaldas, me preocupa, lógicamente, el problema de la finitud de la existencia: ¿cuánto tiempo me queda aún de vid
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«Con más de sesenta y cinco años a mis espaldas, me preocupa, lógicamente, el problema de la finitud de la existencia: ¿cuánto tiempo me queda aún de vida?; ¿estaré lúcido y plenamente consciente hasta el último momento, para ir luego adormeciéndome en paz, o tendré una agonía dolorosa?
La mayor angustia que sienten las personas ante el proceso de su muerte no radica en el miedo al dolor, sino en el temor a convertirse en una carga para los familiares y quienes las atienden. ¿Qué seré yo cuando ya no pueda hacer nada: ni escribir, ni pronunciar conferencias, ni pensar con lucidez? ¿Quién seré yo cuando mi alma, en un proceso de demencia, corte la comunicación con otras personas?
Y hay todavía otra cuestión que me intranquiliza a mí... y a otros muchos: ¿cómo nos las vamos a arreglar cuando nuestros familiares enfermen de gravedad, cuando tengan que permanecer en el lecho o estén necesitados de asistencia, y cuando se acerque la muerte? ¿Cómo tratar al moribundo? Muchos familiares se sienten desbordados cuando tienen que afrontar la muerte de un ser querido. No saben cómo comportarse, cómo hablar con el que se está muriendo.
Estas preguntas, que me inquietan a mí y que también me salen al paso una y otra vez en conversaciones con personas mayores, son las que desearía tratar en este libro».