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Sentimos impotencia, se nos encoge el corazón, se nos hace un nudo en la garganta y perdemos la paciencia cuando un ser querido padece alzhéimer o es objeto d
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Sentimos impotencia, se nos encoge el corazón, se nos hace un nudo en la garganta y perdemos la paciencia cuando un ser querido padece alzhéimer o es objeto de nuestros cuidados profesionales.
Quizá pensamos que deberían habernos dado un manual para la situación, por lo complicada que nos resulta personal y relacionalmente.
A veces reaccionamos de manera espontánea: «Se acuerda de lo que quiere»; o bien nos cansamos de estimular a la persona en el nivel cognitivo y afectivo... o nos entregamos en exceso a su cuidado. Cuando aparecen los primeros síntomas de la enfermedad, no sabemos si decírselo; nosotros mismos nos negamos y resistimos a aceptar que es una enfermedad y no un mero despiste o una manía...
Estas y otras situaciones generan en las familias problemas muy concretos que necesitan ser iluminados y acompañados.
Sueño con ver este libro en manos de familiares de enfermos de alzhéimer, así como en manos de cuidadores. Deseo que sientan que estas páginas reflejan un poco de comprensión ante lo que están viviendo. Confío en que sean útiles para responder a inquietudes y necesidades de estrategias, para vivir sanamente los límites que nos impone la naturaleza humana y para humanizar la atención a las personas con alzhéimer.